En el corazón del centro
urbano de Alicante, junto a las principales arterias comerciales y paseo
ciudadano, se encuentra una plaza que ha sido testigo silencioso de siglos de
historia, cambios urbanos y vida cotidiana: la Plaza Calvo Sotelo. Conocida afectuosamente
por muchos alicantinos como la plaza de las palomas, este espacio ha pasado de
ser una plaza menor del antiguo barrio de San Francisco a convertirse en un
punto de encuentro urbano emblemático, cargado de memoria, cultura y
naturaleza.
Un origen histórico en el centro de Alicante
Los orígenes de la plaza se
remontan al siglo XVI, cuando la zona ya empezaba a consolidarse como un punto
de conexión entre el casco antiguo y las vías principales que comunicaban la
ciudad con la huerta y otros núcleos poblacionales. La plaza formaba parte del
antiguo barrio de San Francisco, y durante siglos fue un espacio de tránsito y
vida urbana antes de convertirse en el lugar que conocemos hoy.
Originalmente se conocía como
Plaza de San Francisco, en referencia al convento y templo que se ubicaban en
el entorno, y su nombre evolucionó a lo largo del tiempo reflejando los cambios
sociales y políticos de España. Fue en el siglo XX cuando adoptó su actual
denominación en honor de José Calvo Sotelo, político español asesinado en 1936,
cuya figura y circunstancia marcaron profundamente la historia del país.
Evolución urbana y
transformaciones
A lo largo de los últimos dos
siglos, la Plaza Calvo Sotelo ha experimentado diversas remodelaciones para
adaptarse al crecimiento urbano de Alicante. Las reformas más significativas
datan de 1977 y 2013, cuando se renovaron los pavimentos, mobiliario urbano y
se reorganizó la distribución del espacio para mejorar la funcionalidad y la
accesibilidad del lugar.
Además, la plaza ha sido
escenario de la instalación y reubicación de monumentos y esculturas
importantes para la historia local. A finales del siglo XIX se colocó
inicialmente el monumento en honor a Eleuterio Maisonnave, figura destacada de
finales del XIX por su labor política y social en Alicante, que posteriormente
fue trasladado a las cercanías y reemplazado por otros elementos artísticos.
Hoy, el espacio acoge la
estatua de Eugenio Barrejón, gobernador civil de la provincia reconocido por su
labor de reconstrucción emocional y social tras la epidemia de cólera del siglo
XIX, una obra en bronce, hierro y piedra del escultor Antonio Yerro que ha
pasado a ser uno de los símbolos de la plaza.
Un oasis urbano: el arbolado
monumental de la plaza
Más allá de su valor
histórico y urbano, la Plaza Calvo Sotelo destaca también por su papel como
pulmón verde en el centro de Alicante. Muchas generaciones han asociado este
lugar con sombras acogedoras, bancos tranquilos y un punto de descanso entre la
actividad frenética de las calles cercanas.
El diseño paisajístico del
espacio incorpora árboles singulares que aportan carácter y frescor:
- Un plátano de sombra
(Platanus × hispanica), con una copa amplia que ofrece sombra generosa durante
el verano.
- Un olmo común (Ulmus
minor), una especie emblemática que ha sobrevivido a las enfermedades que
diezmaron muchos olmos europeos, y que aporta verticalidad y textura al
paisaje.
- Una araucaria de gran
tamaño (Araucaria excelsa), un árbol de origen extraeuropeo con porte
majestuoso que destaca en el conjunto urbano.
Este arbolado embellece la plaza y actúa como pulmón verde en la ciudad, reduciendo la temperatura en verano, mejorando la calidad del aire y generando espacios de sombra donde los alicantinos se reúnen para conversar, leer o simplemente descansar tras pasear por las avenidas Doctor Gadea o Federico Soto.
Las fotos son del día de Navidad, 25 diciembre, que se pasó todo el día lloviendo

























